Con 39 años y 90 kilos de puro músculo, combina las misas en iglesias de Paipa con el levantamiento de pesas y un estricto entrenamiento en el gimnasio.
Además de las más de 10 horas semanales de ejercicio y piscina, tiene que comer siete veces al día platos con carnes, verduras y hortalizas, e ingerir suplementos alimenticios como el aceite de pescado, vitaminas, aminoácidos y creatina.
Su primera competencia, hace nueve años, fue en la sede de Fuerza Aérea de los Estados Unidos, donde no solo ocupó el primer puesto en su categoría sino que se impuso como campeón de campeones luego de enfrentarse a los ganadores de cada clase.
Actualmente, se prepara para diversas competencias, como un nacional que se realizará en agosto próximo en Sogamoso y donde representaría a Boyacá.
También ha recibido varias invitaciones para competir en Estados Unidos y en México. Y tiene el ofrecimiento del Instituto de Deportes de Boyacá, que busca que bajo su asesoría se conforme en Paipa la Liga Departamental de Levantamiento de Pesas, con niños entre los 12 y los 17 años.
Nada de hormonas, sólo gimnasio
Luego de sus primeros triunfos, lo buscaron empresarios de diferentes países que querían patrocinarlo económicamente a cambio de que empezara a consumir esteroides que le ayudarían a incrementar el volumen de sus músculos, pero como no lo quiso hacer, se quedó sólo.
Hasta que Jerry Malina, un reconocido entrenador de Texas, decidió brindarle su apoyo con la única condición de que implementara una rigurosa dieta y se esforzara el doble que los demás competidores, si no quería ayudarse con hormonas.
Gracias a su trabajo, logró en Estados Unidos, en la categoría de peso mediano, ocupar en siete oportunidades el primer lugar y coronarse como campeón de campeones en cinco torneos. En el 2006, en una competencia en Dallas (Texas), se enfrentó a dos pastores de iglesias evangélicas y los venció.
El año pasado regresó a Colombia y le encontraron un tumor cancerígeno en una pierna, por lo que tuvieron que intervenirlo quirúrgicamente y se vio obligado a parar su entrenamiento por ocho meses.
"Gracias a la bondad del señor Obispo estoy en mi tierra natal recuperándome y ejerciendo oficios religiosos en las tres parroquias del centro de Paipa y en la inspección de Palermo (a dos horas del casco urbano) donde oficiaré desde este Domingo de Ramos y durante toda la Semana Santa", cuenta el padre Paredes, que tiene seis hermanos y habla dos idiomas.
Aunque para ser campeón ha tenido que 'sudar la gota gorda', ahora adelanta su más fuerte prueba, la de conseguir que sus superiores religiosos, entre ellos monseñor Luis Augusto Castro, arzobispo de Tunja, le 'den la bendición' para seguir compitiendo y dejando en alto el nombre de Colombia.
Al fin y al cabo, muchos sacerdotes que han alternado su oficio religioso con otras profesiones, como la política o el deporte de competencia, han contado con el permiso de los obispos y eso es lo que busca el religioso boyacense.
"En Estados Unidos mi condición deportiva se veía como una virtud muy grande, y lo que no quiero es que en Colombia se confunda con el morbo y el pecado generando un escándalo para mi iglesia y desde luego problemas con mis superiores", afirma el sacerdote con la voz entrecortada y los ojos empañados.
Las dos vocaciones de Miguel Angel
Desde niño le gustó el deporte y jugaba baloncesto. Sin embargo, siempre quiso ser sacerdote y eso es lo que ha hecho desde el 19 de noviembre de 1994, cuando se ordenó en el Seminario Mayor de Tunja.
Las palmas de sus manos, cubiertas por los callos que le han causado los cinco tipos de máquinas en las que todos los días pone a prueba su físico, son las mismas que a las 8 de la mañana están dispuestas a entregarles la comunión a sus feligreses.
"Siempre he competido en el silencio solo con el objetivo de dar gloria a Dios y en todos los certámenes a los que asisto me he identificado como sacerdote, labor que desempeño durante las 24 horas del día", explica este religioso, de 1,70 metros de estatura y 90 kilos de peso.
Cuatro años después de oficiar en su departamento fue invitado por un cura a Austin, Texas (Estados Unidos) para que le ayudara en la Diócesis ese estado. Allí, por iniciativa de otro sacerdote, empezó a ejercitar su cuerpo y a medida que fue pasando el tiempo el hobby lo convirtió en una especie de un musculoso gladiador, que lo obligó a mandar a hacer ornamentos a la medida de su nuevo cuerpo.
El sacerdote entrena todos los días en un gimnasio.
Aqui aparece dando misa en Paipa.
Además de las más de 10 horas semanales de ejercicio y piscina, tiene que comer siete veces al día platos con carnes, verduras y hortalizas, e ingerir suplementos alimenticios como el aceite de pescado, vitaminas, aminoácidos y creatina.
Su primera competencia, hace nueve años, fue en la sede de Fuerza Aérea de los Estados Unidos, donde no solo ocupó el primer puesto en su categoría sino que se impuso como campeón de campeones luego de enfrentarse a los ganadores de cada clase.
Actualmente, se prepara para diversas competencias, como un nacional que se realizará en agosto próximo en Sogamoso y donde representaría a Boyacá.
También ha recibido varias invitaciones para competir en Estados Unidos y en México. Y tiene el ofrecimiento del Instituto de Deportes de Boyacá, que busca que bajo su asesoría se conforme en Paipa la Liga Departamental de Levantamiento de Pesas, con niños entre los 12 y los 17 años.
Nada de hormonas, sólo gimnasio
Luego de sus primeros triunfos, lo buscaron empresarios de diferentes países que querían patrocinarlo económicamente a cambio de que empezara a consumir esteroides que le ayudarían a incrementar el volumen de sus músculos, pero como no lo quiso hacer, se quedó sólo.
Hasta que Jerry Malina, un reconocido entrenador de Texas, decidió brindarle su apoyo con la única condición de que implementara una rigurosa dieta y se esforzara el doble que los demás competidores, si no quería ayudarse con hormonas.
Gracias a su trabajo, logró en Estados Unidos, en la categoría de peso mediano, ocupar en siete oportunidades el primer lugar y coronarse como campeón de campeones en cinco torneos. En el 2006, en una competencia en Dallas (Texas), se enfrentó a dos pastores de iglesias evangélicas y los venció.
El año pasado regresó a Colombia y le encontraron un tumor cancerígeno en una pierna, por lo que tuvieron que intervenirlo quirúrgicamente y se vio obligado a parar su entrenamiento por ocho meses.
"Gracias a la bondad del señor Obispo estoy en mi tierra natal recuperándome y ejerciendo oficios religiosos en las tres parroquias del centro de Paipa y en la inspección de Palermo (a dos horas del casco urbano) donde oficiaré desde este Domingo de Ramos y durante toda la Semana Santa", cuenta el padre Paredes, que tiene seis hermanos y habla dos idiomas.
Aunque para ser campeón ha tenido que 'sudar la gota gorda', ahora adelanta su más fuerte prueba, la de conseguir que sus superiores religiosos, entre ellos monseñor Luis Augusto Castro, arzobispo de Tunja, le 'den la bendición' para seguir compitiendo y dejando en alto el nombre de Colombia.
Al fin y al cabo, muchos sacerdotes que han alternado su oficio religioso con otras profesiones, como la política o el deporte de competencia, han contado con el permiso de los obispos y eso es lo que busca el religioso boyacense.
"En Estados Unidos mi condición deportiva se veía como una virtud muy grande, y lo que no quiero es que en Colombia se confunda con el morbo y el pecado generando un escándalo para mi iglesia y desde luego problemas con mis superiores", afirma el sacerdote con la voz entrecortada y los ojos empañados.
Las dos vocaciones de Miguel Angel
Desde niño le gustó el deporte y jugaba baloncesto. Sin embargo, siempre quiso ser sacerdote y eso es lo que ha hecho desde el 19 de noviembre de 1994, cuando se ordenó en el Seminario Mayor de Tunja.
Las palmas de sus manos, cubiertas por los callos que le han causado los cinco tipos de máquinas en las que todos los días pone a prueba su físico, son las mismas que a las 8 de la mañana están dispuestas a entregarles la comunión a sus feligreses.
"Siempre he competido en el silencio solo con el objetivo de dar gloria a Dios y en todos los certámenes a los que asisto me he identificado como sacerdote, labor que desempeño durante las 24 horas del día", explica este religioso, de 1,70 metros de estatura y 90 kilos de peso.
Cuatro años después de oficiar en su departamento fue invitado por un cura a Austin, Texas (Estados Unidos) para que le ayudara en la Diócesis ese estado. Allí, por iniciativa de otro sacerdote, empezó a ejercitar su cuerpo y a medida que fue pasando el tiempo el hobby lo convirtió en una especie de un musculoso gladiador, que lo obligó a mandar a hacer ornamentos a la medida de su nuevo cuerpo.
El sacerdote entrena todos los días en un gimnasio.
Aqui aparece dando misa en Paipa.